martes, 22 de diciembre de 2015

De la integración a la inclusión

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Dra. Zuleima Corredor

 El tema de la integración de las personas con alguna discapacidad al ámbito educativo tiene su más fuerte avance, a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 (Cabada, 1981). Sin duda en pleno siglo XXI hemos avanzado grandemente, algunos países más que otros. Quienes más han avanzado son aquellos que han comprendido que no se trata de asegurar un pupitre en la escuela regular (integración), sino proveer todo un conjunto articulado de servicios, infraestructura y recursos humanos que posibiliten a las personas con necesidades especiales, desarrollarse en igualdad de oportunidades según sus potencialidades (inclusión).
Sin duda alguna, la percepción social de las personas con discapacidad ha cambiado positivamente. En la antigüedad, eran consideradas como anormales o deficientes y por tanto no aptas para participar en sociedad; por lo que eran excluidas. Posteriormente con el avance de las ciencias médicas surge un enfoque asistencial, sin embargo, segregador y determinista. Los cambios más dramáticos en la percepción social de las personas con alguna discapacidad han tenido lugar durante el siglo XX (Cabada, 1981; Sánchez, Cantón y Sevilla, 1997; Deutsch, 2003). El principal cambio se ha dado en que se ha dado mayor énfasis a la atención integral de la persona, sus necesidades, sus potencialidades y las ayudas educativas que requiere; más que a la discapacidad per se.
A nivel internacional se cuenta con un marco legal que avala la integración de las personas con discapacidad o con necesidades educativas especiales como sujetos de derecho, a quienes se les debe garantizar una educación de calidad:
  • Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948)
  • Informe Warnock (1978)
  • Declaración Mundial de Educación para todos (Jontiem, 1990)
  • Declaración de Salamanca (1994)
  • Informe Delors (1996)
A nivel nacional, se cuenta a su vez con un conjunto de leyes que tienen por objeto asegurar la integración de las personas con necesidades especiales al sistema educativo:
  • Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Artículos 102 y 103.
  • Resolución Nº 9. Pautas para realizar modificaciones pedagógicas y curriculares en los niveles y modalidades del sistema educativo.
  • Resolución Nº 1 (1996).
  • Resolución 2005 (1996). Integración de personas con necesidades educativas especiales.
  • Documentos de Conceptualización y política de la Educación Especial (1976, 1989, 1997).
  • Ley de Protección del Niño, Niña y Adolescente (2000).
  • Ley para las personas con discapacidad (2007).
  • Ley Orgánica de Educación (2009). Artículos 4 y 126.
Como puede evidenciarse, el marco legal internacional y nacional es claro respecto al derecho que tiene las personas con discapacidad o con necesidades educativas especiales de ser integradas sin ningún tipo de discriminación al sistema educativo. Sin embargo, se debe trascender del concepto de integración escolar al de inclusión plena.
La inclusión plena es un concepto más amplio que viene a sustituir al concepto de integración. Implica incluir a todos en la vida escolar y social de la escuela y la comunidad. Consiste “en no dejar a nadie por fuera de la vida escolar, tanto en el plano educativo, como en el físico y social” (Stainback, S., Stainback, W., y Jackson, 1999, p. 21). De allí que se requiere una transformación de la percepción social de las personas con discapacidad que impulse cambios reales y concretos en todos los niveles de la vida.
El concepto de inclusión no se está dirigido a un grupo excluido, está dirigido a propiciar un ambiente escolar “para todos”, donde todos, desde sus diferencias son parte de una comunidad, se apoyan mutuamente, se reconocen, se respetan, se valoran. De allí que la inclusión escolar va a beneficiar a todos por igual y va a propiciar el verdadero cambio social. Desde el concepto de inclusión, es la escuela, el sistema educativo, los docentes y la comunidad educativa en general, la que debe ajustarse a las diferencias y necesidades especiales del alumnado y por consiguiente generar las propuestas curriculares y de socialización que garanticen la inclusión plena de todos (Stainback, et al. 1999).
En el contexto venezolano se requiere de un proceso de adecuación, ya que como venimos señalando, no se trata solo de abrir un cupo o asignar un pupitre. Hace poco en Venezuela asistimos a un fallido proceso de transformación de la modalidad de educación especial, que pretendió abolir todo el proceso evolutivo de la misma, con sus fortalezas y debilidades; orientado básicamente a integrar a todos a las escuelas regulares, lamentablemente sin tomar en cuenta la situación real de nuestros planteles educativos que carecen de los requerimientos más esenciales para asumir la responsabilidad de atender a una población que requiere una atención integral e interdisciplinaria, la cual depende del tipo y grado de afectación de cada persona.
Entre las quejas o planteamientos realizados por los docentes regulares ante este proceso de transformación podemos destacar:
  • falta de formación del docente integral para trabajar adecuadamente con esta población.
  • Aulas regulares saturadas, en las cuales un solo docente debe atender entre 35 y 40 estudiantes.
  • Diversidad de problemas de aprendizaje y conducta en la población regular que exige del docente mayor dedicación.
  • Carencia de docentes especialistas o de un equipo interdisciplinario en muchas escuelas.
  • Sentimiento de imposición, sin tomar en cuenta su realidad como docentes al momento de integrar niños a las aulas regulares.
Es importante destacar que los docentes no se niegan a la integración per se, consideran que previamente deben salvarse todas las dificultades y propiciarse un ambiente adecuado para poder recibir en las mejores condiciones posibles a los niños integrados.
Hechas estas consideraciones nuestra intención es plantear algunas recomendaciones que permitirían al sistema educativo venezolano trascender de la mera integración a un proceso de inclusión verdadera:
1.       Conformar equipos de trabajo que contribuyan con sus aportes, ideas y experiencias a proponer caminos para la inclusión de las personas con necesidades especiales; estos equipos deben constituirse por docentes en ejercicio, regulares y especialistas; psicólogos escolares, orientadores, trabajadores sociales, terapistas de lenguaje, terapistas ocupacionales, fundaciones, colectivos involucrados, asociaciones, universidades formadoras de docentes.
2.       Partir del reconocimiento de lo avanzado en la modalidad. ¿Qué bondades tenemos? ¿Qué aspectos a mejorar?
3.       Tomar en cuenta la realidad de las escuelas: número de estudiantes por aula, problemáticas presentes en el aula, infraestructura, apoyo de docentes especialistas.
4.       Diseñar programas de formación dirigidos a los docentes de aula regular.
5.       Insistir en la importancia de dotar a todas las escuelas de equipos interdisciplinarios cuyo personal mínimo debería estar conformado por docentes especialistas, psicólogos escolares, orientadores, trabajadores sociales, terapistas de lenguaje y terapistas ocupacionales.
6.       Promover un verdadero trabajo en equipo entre docentes especialistas, docentes regulares y demás miembros de los equipos interdisciplinarios dirigidos a planificar la acción educativa específica requerida según los casos.
7.       Incorporar a las familias en el proceso, la familia es quien mejor conoce la realidad y necesidades de su familiar con necesidades especiales, poder contar con el apoyo de padres y hermanos es fundamental.
8.       Impulsar la figura del tutor, en muchas escuelas, sobre todo en España, los tutores pueden ser padres, familiares, o personas de la comunidad que prestan este tipo de colaboración en los centros.  
9.       Realizar pruebas piloto en aquellas escuelas mejor dotadas tanto a nivel de personal como de infraestructura. Estas experiencias deben generalizarse gradualmente en la medida que se vayan corrigiendo los fallos y sistematizando las buenas prácticas.
10.   Finalmente y como colofón de todo lo dicho, antes de incluir a un niño o grupo de niños a una escuela, se debe asegurar que contará con los recursos humanos y de infraestructura necesarios para su desarrollo pleno.


Referencias
Cabada, J. (1981). Educación especial. Madrid: Cincel-Kapeluzs.
Deutsch, D. (2003). Bases Psicopedagógicas de la Educación Especial. (4ª ed). Madrid: Pearson Educación, S.A.
Sánchez, P: Cantón, M; Sevilla, D. (1997). Compendio de Educación Especial. México: Manual Moderno.
Stainback, S., Stainback, W., y Jackson, J. (1999). Aulas inclusivas. Madrid: Narcea.
UNESCO. (1996). La Educación encierra un tesoro. Recuperado de: http://www.inlatina.org/educacion-inclusiva/doc-materiales/la-educacion-encierra-un-tesoro-delors.pdf
UNESCO. (1994). Declaración de Salamanca: Conferencia Mundial sobre necesidades Educativas Especiales: Acceso y Calidad. Recuperado: http://paidos.rediris.es/genysi/recursos/doc/leyes/dec_sal.htm

Imagen tomada de: http://www.escuelaenlanube.com/wp-content/uploads/2013/05/Inclusion-escolar.jpg